lunes, 8 de febrero de 2010

The cure historia atravez de sus discos




Three Imaginary Boys (1979):
El comienzo de la leyenda llega precedido por el glorioso single Killing an Arab/10.15 y por la aventura "Cult Hero" con el cartero de Crawley. En estos escarceos ya se ponía de manifiesto a lo que sonaría su LP de debut, una colección de canciones sin aparente hilo conductor y con una producción que lastra los temas (de hecho suenan mucho más potentes y mejor en directo). A pesar de la deficiente producción y de la escasez de medios (muchas veces el disco parece que está grabado en un garaje), los temas ya mostraban la grandísima faceta pop de la que harían gala después. Algunos grandes clásicos, incluidos aquí o en la versión americana del disco conocida como Boys Don't Cry, son 10.15, Grinding Halt, Boys don't cry, 3IB o Killing an Arab, temas que como muchos saben siguen sonando en concierto.

Seventeen Seconds (1980):

De este disco ya se ha hablado bastante, yo mismo dejé una reseña en el disco de la semana que Muzzle se encargó de rescatar el otro día. Decir simplemente que me parece deslumbrante la forma en la que se curran un álbum totalmente distinto al anterior pero conservando el encanto y, a pesar de la cohesión que muestra, regalándonos joyas pop (aunque oscuro) como A Forest, M o Play for today.

Faith (1981):

Un Robert Smith absolutamente deprimido va a la iglesia cada día para regocijarse en la devoción de otros, ver como la gente siente su fe y sentir envidia hacia ellos. Su mundo está vacío, una depresión post-adolescente que, sin saber bien como, le llevaría a un estado deplorable.

En este magnífico apartado de su historia, los Cure se muestran desesperanzados y desencantados, aunque dejan abierta la puerta a la esperanza en la última frase de una canción enorme como es Faith.

Reconozco que al principio me costó entrar en el mundo casi onírico que sugiere Faith (los teclados, las letras, especialmente las de Primary y The Drowning Man), pero cuando me atrapó se convirtió en el disco perfecto por el que pasear esa tristeza y hastío sin aparente origen que nos sobreviene de vez en cuando.

Pornography (1982):

La depresión de Robert Smith y su visión pesimista de la realidad se torna en violencia cuando a finales de 1981 y principios del 82 se gesta este "disco". Sí, porque catalogar a Pornography de simple disco me parece arriesgado, y recomendarlo sin reservas o sin instrucciones de uso a un amigo al que queremos bien tampoco me parece de recibo.

Japanese Wishpers (1983):

Tras el accidentado final de la etapa Pornography, Simon Gallup se marcha (o es expulsado) de The Cure quedando solamente Robert y Lol. Éste último se pasa a los teclados y Robert, en una decisión tan incomprensible como providencial para su estado de salud, decide pasarse al tecnopop. Es la época de singles tan bizarros como Let's go to bed (82), The Walk (83) o The Lovecats (83), esas canciones que, un día te encantan y al siguiente te parecen ridículas. Yo las suelo considerar como la recuperación de el formato pop de The Cure y la primera piedra en la creación de los grandes himnos que nos llegarían después.

Ante la llegada de la navidad del 83, Fiction recopila estos tres singles junto con sus caras b (algunas tan geniales como Lament y su letra de pesadilla o Just one kiss y The Upstairs Room con su pegadizo ritmo) en este Japanese Wishpers.

The Top (1984):

De éste también se acaba de hablar. Resaltar que Robert en esta época Robert más bien parece un pluriempleado a tiempo parcial que una estrella del pop. Divide su tiempo entre la gira y grabación de disco con los Banshees, el proyecto The Glove junto a Steve Severin, la gestación de The Top y el reclutamiento de una nueva banda para The Cure. En mi opinión nada le sale bien. Los Banshees están lejos del nivel de The Scream (78) o Juju (81), The Glove suena interesante pero no pasa de ser una curiosidad, la banda que forma le dura un suspiro y The Top tampoco es gran cosa.

Al menos deja para la historia el brillante concierto en vídeo en el Barrowlands escocés y algunos magníficos piratas como los de Japón o el de Washington. Ah!, y esa ida de olla que es Forever.

The Head on the Door (1985):

Tras conseguir juntar la que se considera formación clásica de The Cure (que después de la salida de Tornalley y Anderson queda con Boris Williams a la batería, Porl Thompson a la guitarra, Lol Thorhust al teclado y a los cubatas, la vuelta de Simon al bajo y el siempre presente Robert a la guitarra, voz y magia), aclarar sus ideas y dejarse de proyectos paralelos, Robert y compañía dan forma la disco que The Top quiso y no pudo ser.

The Head on the Door es un disco que atrapa, y aunque considero que ciertos tics ochenteros en la producción no le han hecho aguantar demasiado bien el paso del tiempo, tiene canciones para parar un camión. Un disco que sería perfecto si no fuera por la desconcertante Screw y, al fin, el disco con el que los Cure empiezan a ser realmente conocidos.

Standing on a Beach / At the sea(1986):

"Ok, gracias a estos vídeos tan cojonudos, y de que por fin hemos parido un disco vendible al gran público, vamos a sacarnos un dinerillo recopilando todos los singles". Esto debieron pensar en el grupo y en Fiction, pero lo que reunieron aquí
va más allá del simple recopilatorio. Emparentado con otros míticos artefactos de similares características (véase Songs to Learn and Sing, Substance o Canciones para una orquesta química), "Standing...", sumado a la nueva mezcla de Boys don't cry, el gloriso vídeo en Orange y sus surrealistas actuaciones en TV de esta época empiezan a Robert como icono de los 80 y de una generación... y eso que aún quedaba un mundo por venir.


Kiss me Kiss me Kiss me (1987):

En plena resaca por el éxito conseguido, los Cure se reúnen a comienzos del 86 para empezar a dar forma a su nuevo disco. La premisa es que todos pueden aportar lo que quieran, Smith deja de ser un dictador y el resto llegan con toneladas de ideas y de cintas con demos, lo cual puede ser indicativo del porqué de lo abigarrado de este "Kiss me album".

Es en esta época cuando Robert le coge gusto a lo de grabar en estudios con viñedo propio, concrétamente en lso estudios Miraval en el sur de Francia. Todo parece ir como la seda, tras las sesiones de principio de año, han pasado el verano actuando en los USA en algunos festivales europeos. Después de estas actuaciones retoman la rutina de grabación en los citados estudios Miraval, pero la cosa se tuerce, se les acaba el alquiler del estudio y tienen que terminar el disco entre Bahamas y Bélgica.

El resultado, a pesar de ser tremendamente desigual, se convierte en un nuevo éxito dado el impacto de singles como Why can't I be you? y su ridículo pero encantador vídeo, Catch, esa canción que según Robert solo tocan en días soleados y la canción pop perfecta, Just Like Heaven. El resto del disco lo componen temas intrascendentes que recuerdan a The Top (The Snakepit, Fight), algún buen experimento (If only tonight), alguno que otro regular (The Kiss, Like Cockatoos, Torture, Icing Sugar) y otros directamente malos (Hey you). El LP se salva con la inclusión de temas de corte pop (otro tema que roza la perfección como How beautiful you are o la pasable All I want) y hermosas baladas donde los teclados toman protagonismo (esas tres peuqeñas joyas que son One More Time, The Perfect Girl y 1000 Hours).

Disintegration (1989):

Llegamos a 1988, año en el que, tras su boda con Mary Poole (la foto de la boda no tiene precio), su novia de siempre a la que según parece hizo sufrir lo suyo a principios de los 80 con sus infedelidades y locuras de aquella época, Robert gesta uno de los discos más intensos y hermosos de la historia del pop.

Hay dos cosas que llaman la atención al entrar en contacto con Disintegration. La primera es la majestuosidad de la música, el ambiente que crean los teclados (ya habían incorporado a Roger O'Donnell en sustitución del borrachín Lol). Leí una vez en algún sitio que escuchar Disintegration era como estar delante de una gran catedral gótica, en plena noche, y sin duda no puedo estar más de acuerdo. La segunda cuestión que llama la atención cuando se conoce que Robert acababa de casarse, es que las letras hablen de parejas rotas, de reproches y que desprendan un gran halo de desasosiego. En este sentido Robert se justifica alegando que hablan más de miedo al futuro y de su llegada a la treintena, lo cual le supuso una nueva crisis existencial.

Y en cuanto a las canciones en sí, pues bueno, un puñado de obras de arte juntadas en una obra descomunal e inabarcable, un friso de la vida (con permiso de Edvard Munch) que nos muestra a un grupo en plena forma. El regalo de bodas que significó Lovesong, aquel incendio que casi destruye esas "Pictures of you", el océano embravecido en "The Same Deep water", la pesadilla irreal de "Lullaby" o la otra pesadilla, la real en "Disintegration".

Un disco para entrar en la historia.

Wish (1992):

Y llegamos a 1992. En el ínterin los Cure se dedicaron a ofrecer una majestuosa gira con 30 temas por noche, un flojo e innecesario disco de remixes (Mixed Up) y una visión en directo de ciertos temas de Disintegration (Entreat).

La expectación era máxima ante el nuevo (y por supuesto nada calculado) paso del grupo. Y bueno, se puede decir que no decepcionaron.

A pesar de batacazos como Wendy Time, Wish se puede considerar un hermano mayor y más atactivo que Kiss me Kiss me Kiss me. Un disco sin la cohesión de Disintegration pero en el que el grupo muestra que son jefes en el terreno del pop (High y como no, Friday), la música más intensa y oscura (From the Edge, Apart) o las baladas (A Letter to Elise y ese Trust que es una de las canciones de mi vida), En el debe, y siempre es una opinión personal, que sus coqueteos con el shoegaze en Open, End y Cut no les sentaron nada bien.

Wild Mood Swings (1996):

Estamos en 1993, y los Cure editan dos discos que recogen lo que ha sido la gira de Wish. Show, con los temas más conocidos del grupo, y Paris, más interesante al incluir canciones menos comunes en los setlists. En estas fechas se produce el abandono (sin malos rollos por una vez) de Porl y Boris, sustiuidos por Roger (que vuelve) y por el joven Jason Cooper (decir que antes de Wish también había entrado Perry Bamonte como guitarrista/teclista).

Én 1994 la edición de Burn para la película El Cuervo causa buenos presagios entre la comunidad de seguidores. Un tema oscuro, en la línea de los mejores Cure. Por desgracia dos años después estos buenos presagios se tornan en incredulidad al contemplar el vídeo y la canción (y vaya canción cutre) The 13th. No nos tiremos de nuestros cardados pelos, tal vez el disco no vaya en la dirección del single. Pero nada de nada, el disco y como consecuencia los otros tres singles que restaban por venir iban en la misma dirección. Una patata absoluta que demuestra que a Robert se le iba la cabeza de vez en cuando. Lo peor de todo es que siendo un disco tan largo había espacio para algunas grandes canciones (Jupiter Crash, Treasure, This is a lie, Bare) y que las caras b de los singles eran de gran nivel. Pues bien, Robert parece no darse cuenta de la calidad del material que tiene entre manos y da más importancia en los directos y en la edición de caras A a bodrios como Strange Attraction o Club America antes que temas consistentes como Ocean o This is a lie (con su apología de la poligamia y el consiguiente cabreo de Mary).

Wild Mood Swings hizo mucho daño a The Cure. A pesar de que la gira Swing Tour volvía a demostrar que eran gigantes en directo, a finales de los 90 eran un grupo que pocos reivindicaban (el recopilatorio Galore y el single Wrong Number pasaron sin pena ni gloria en el 97) y eso hizo a Robert plantearse las cosas.

Bloodflowers (2000):

Curiosamente el disco que más habían tardado en terminar (cuatro años desde Wish a Wild Mood Swing) era el que les empezaba a cavar su tumba. La falta de ideas era clara y Robert decidió, primero, alejarse del pop y de los vídeos bizarros, y segundo, tardar menos en completar su siguiente disco.

Según parece en 1999 Bloodflowers estaba más que acabado, pero las disputas de Robert con Fiction le llevaron a hundirse una vez más en una depresión y cuando el disco finalmente vio la luz, en febrero del 2000, anunció que The Cure se acabarían con aquella gira, el mítico Dream Tour.

Bloodflowers era oscuro, y aunque menos inspirado que Disintegration, también era muy hermoso. Canciones densas, largas, tristes y reflexivas, que casaban a la perfección con el resto de temas que eligieron para sus actuaciones en 2000.

Pienso que en este momento fue cuando The Cure empezaron a remontar el vuelo en cuanto a reconomiento (que no en cuanto a ventas, Bloodflowers no tuvo ni singles). Se habían alejado de la verbena que supusieron buena parte de los 90 y eso, unido al excelente Tour, a la credibilidad de Bloodflowers, y a toda una nueva hornada de grupos que les citaban como referentes, les hizo volver a ser favoritos del público indie. Prueba de ello, y hablando solamente de España, están sus dos FIB's hasta la bandera o el famoso y antológico Xacobeo. De esta época también data ese otro monumento audiovisual que es Trilogy, donde repasaron por completo y en orden la trilogía Pornography-Disintegration-Bloodflowers + bises en dos conciertos en Berlín a finales de 2002.

The Cure (2004):

¿Qué hiciste otra vez, Robert?. Vale, el nuevo disco no es una basura como Wild Mood Swings, pero tampoco va mucho más allá.

Los Cure se volvieron a torcer en 2004 con este The Cure (de nuevo algún gran tema como Going Nowhere combinados con truños de cuidado como Never o Us or Them). Y es una pena, es una pena porque ahora tienen el favor del público, son una banda mítica y sus conciertos siguen siendo de lo mejor del panorama musical aunque se empeñen en no llevar teclados. (Porl, que por cierto, regresó al grupo después de que Robert se cargara a Perry y Roger aumentado el culebrón y la lista de damnificados, hace virguerías en cada concierto para recrear ciertas líneas de teclado).

¿Y qué nos deparará este nuevo disco?. En principio parece que no están presentando más que tres temas en sus conciertos actuales. Eso se puede interpretar de dos maneras: una que no confían en lo que han hecho, y dos, que tampoco quieren aburrir a la gente con material que no conoce. No sé porqué pero me inclino por la primera opción y desearía equivocarme.

Es dificil pensar en que la luz de algo tan mítico e importante para mí como The Cure pueda extinguirse, pero ahora la situación empieza a parecerse a la de mediados de los 90 en cuanto al ritmo de lanzamiento de discos y la dirección que éstos toman (cogiendo como referencia el de 2004).

En cualquier caso, el viaje lleva muchos años mereciendo la pena.

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